Aguada de Cachinal y Cerro Guanaco
En 1909 el profesor de geología de la Universidad de Chile, Ernesto Maier, recorre la zona salitrera de Taltal, explorando las pampas que se extienden entre la Aguada de Cachinal, cerro Guanaco y Cachinal de la Sierra. En su informe da cuenta de los intensos reconocimientos realizados por la Compañía Alemana en el yacimiento, constatando que las vetas de oro tienden a desparecer, continuando estas como vetas de cobre a gran profundidad.
Plüschow, que visitó la zona salitrera en 1925, señaló que, en las profundas galerías mineras, la empresa salitrera alemana tenía dos pozos, desde donde obtenía más de 2000 metros cúbicos de agua. “A varios cientos de metros de profundidad […] en grandes espacios están las bombas y las máquinas que hacen funcionar toda la mina, que extraen el agua, conduciéndolas por más de 80 km a las oficinas salitreras Chile y Alemania”. A los pies del cerro Guanaco se formó la Placilla de Aguada de Cachinal, y hacia el noreste de este punto se ubicaba Cachinal de la Sierra, última estación del ferrocarril y que fue diseñada, al igual que Aguada de Cachinal, por agentes estatales al inicio de la década de los ochenta en el siglo XIX, con base al damero y cuyas calles se nombraron en homenaje a los héroes de la guerra del Pacífico. En el caso de Aguada de Cachinal, su distribución destacada por Luis Darapsky como una ciudad de tablas y calaminas, con calles regularmente trazadas, dos escuelas, muchas más cantinas, negocios de baratijas y un sitio en que todo comerciante fue un acaparador de minerales.
En la medida que aumentaba el número de explotaciones salitreras y mineras, se inician trabajos para conducir el agua -bien escaso en el desierto de Atacama y de suma importancia para los procesos productivos- por medio de cañerías, desde sus fuentes situadas en los contrafuertes de la cordillera, a las distintas oficinas y centros de población. En 1925, todas las aguadas habían sido intervenidas por la extracción moderna.